domingo, septiembre 03, 2006

Hablándole a tu rostro

Estimada Mía.

Es de verdad cuando uno, en la vida, logra establecerse en el tiempo y el espacio; alcanza frutas que nunca pensó en arrancarlas del árbol y bebe agua de cataratas que observó desde muy lejos.

Te observo muy bien y veo a quien por derecho debe dominar éste historia: La vida. Yo, quien hombre se ha visto en las tribulaciones más bestiales –consideradas por otros como necedades- he caminado entre rosales dado que tú, mi amada, has florecido en todo los bellos lugares.

Los estratos están regados en éste mundo y nos hicieron verlos y sentirlos, para luego determinar nuestro origen y reconocernos de ésta tierra; admirárnos como uno más de aquellos, determinando en el acto que nos debemos a la humanidad. Pensando en primera línea por nosotros y lo que construimos.

Me armaste de valor, ya que la fe se presento plasmada en ti. Tanto en figura como en acto eres quien se merecía tal devenir y el niño que gestase, los beneficios ha de recibir.

Perfecta yo te reconozco y admiro al hijo, dile siempre quien fui yo, ya que se lo estaré diciendo siempre, mientras tenga aliento y lo observes configurado en hechos biteados.



HSQO